Primeros pasos

Al igual que el blog está en sus inicios, mi intención con esta entrada es la de volver al principio de nuestra etapa rolera; La de analizar la perspectiva con la que veíamos y presenciábamos las primeras sesiones, cuando no nos enterábamos de nada.

Desde una tirada de ataque o una prueba de habilidad, pasando por la creación de un personaje hasta la elaboración de una partida independientemente del nivel que sea; Todos los que sigan o hayan seguido este entretenimiento saben lo que se siente al meterte en la piel de un Personaje Jugable (A partir de ahora, PJ).

Y eso que no hemos sido pocos los que habíamos llegado a subestimar el rol (sea cual fuere el juego), ya sea discriminando su temática de juego o infravalorando su diversión. Yo me incluyo en aquellos ignorantes de este tipo de conversaciones:

Amigo: Vente a jugar al rol, está muy entretenido. En serio, no te vas a arrepentir.

Yo: ¿Rol? ¿Qué es eso?

Amigo: Es un juego donde tú tienes tu personaje y puedes hacer lo que sea, lo que quieras.

Yo: Mmmm..Vale, pero ¿Qué es para consola o para PC?

Amigo: Que va, es con la imaginación. Uno te dice todo lo que pasa y tú te lo imaginas y actúas conforme a eso.

Yo: ¿Imaginación? Bah...Que aburrido.

Doy gracias a que me insistieron para que al menos, asistiera como espectador a una partida de rol. Uno tarda poco en darse cuenta que en realidad , es un concepto de juego que merece mucho la pena disfrutar.

La compañía de los amigos, los elementos de la partida, las situaciones (a veces, extremadamente hilarantes) hacen del rol un juego muy completo.

Los dados:

“Tira si quieres atacar” “Tira el daño de tu espada larga” “Tira una TS”

Estas frases y muchas más era con las que nos quedábamos: “¿¿¿¿¿?????” sin saber que decir o hacer.

La primera vez que entrabamos en contacto con los dados del juego (en mi caso, en AD&D o D&D 2ª edición, es lo mismo), los examinábamos como si fuera todo un misterio, ya que la forma que tenían algunos me llamaba la atención.

Dado de 4 caras – d4: 

Personalmente, la primera vez que tiraron un dado delante mía no entendí su “funcionamiento” ya que en una misma cara había tres números. Después me comentaron que el valor de la tirada se contaba por el valor que se encontraba en la base, en contacto con la superficie con la que esté en contacto.

He sido testigo de cómo despreciaban este dado debido a sus pobres resultados: “¿Para qué quiero una daga que quita 1d4 si puedo tener un espadón que quita muchísimo más?” pero más adelante con el tiempo le atribuimos su importancia (por mínima que sea xD).

Dado de 6 caras – d6: 

Este dado es el que conocíamos de antes de juegos de mesa como el parchís o la oca. Así que de todos los que entramos en contacto por primera vez al jugar al rol, el de seis es el que más pasa desapercibido.

Dado de 8 caras – d8: 

Su forma romboide era particularmente curiosa, de los pocos dados que usábamos por aquel entonces debido a que no conocíamos las reglas en profundidad, por lo que su función fue la del daño de la espada larga y poco más.

Dado de 10 caras – d10, d%:
El d10 es “especial” por el hecho de que había otro idéntico salvo por el detalle de indicar decenas y no unidades. En mi época de principiante pensaba que una tirada de 0 o 00 en el dado de diez caras era un resultado de cero en lugar de un 10 o un 100. Estos dados son los que se usan para Anima (otro de los juegos de rol que conocemos)

Dado de 12 caras – d12: 

Sinceramente, este dado es y ha sido de los dados más inútiles (en D&D) de los que hay. Quitando el hecho de que es de los que más ruedan y por ende, de los que más suelen acabar en el suelo o perdidos; También hay que sumarle de que su uso es prácticamente nulo.

En mi opinión creo que los de D&D le dieron unos pocos usos para que no quedará en el olvido: los dados de golpe de los muertos vivientes, del bárbaro y el daño del gran hacha...

Dado de 20 caras – d20: 
La primera vez que vi un 20 natural en el dado, resultó tan “llamativo” por llamarlo de alguna forma. La razón quizá es porque era el único expectante de saber que pasaba mientras mis amigos decían “¡Críticooo!” “¡Confirma!” y yo no sabía que significaba. Lo contrario me pasó la primera vez que saqué un 1 y tuve que tirar, algo desmotivado he de admitir, la tabla de pifia que usábamos.

La ficha:

¿TS? ¿CD? ¿PG? ¿Habilidad Clásea? ¿Habilidad Transclásea?

¿Quién no se ha sentido así en sus primeros compases como novato? Ahora conceptos que habitualmente usamos en nuestras partidas de manera tan natural, antes no sabíamos ni que eran, ni para que servían y estábamos obligados a preguntar si queríamos tener un PJ y no un simple trozo de papel.

La primera vez que tuve delante una ficha, aunque me ayudaron a hacerla, francamente no entendía ni papa. Decía que si a todo y luego durante la partida preguntaba que tenía que hacer cuando el DM me indicaba que hacer. En cuanto se me presentó la oportunidad de aprender los conceptos (en el año en el que yo empecé a jugar no lo habían en pdf, y solo uno tenía el libro de todos en el grupo), me puse a leerme el manual y a saber manejarme con los conceptos poco a poco.

Esos fueron básicamente los elementos con los que me encontré en mis primeras partidas de rol. Jugábamos las partidas con un solo manual, y tanto los mapas como los propios combates los hacíamos en un folio, con señas para cada PJ y flechas indicando el movimiento en un turno; Borrando y volviendo a pintar para actualizar el transcurso del combate, algo que se volvía tedioso y empalagoso para la imaginación.